Cuerpo Bomberos de Ñuñoa "Estamos Alerta" Fundado 27 de Mayo de1933 |
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La fundación o creación de una institución,
tiene invariablemente una fecha de comienzo, pero, para que esto suceda
y desde luego sea exitoso se necesita una idea y un trabajo previo.
Y para que exista una idea se necesita un ser humano. Una persona que
basándose en conocimientos, experiencias y visión de futuro,
haga surgir la genial idea de fundar un Cuerpo de Bomberos, en una comunidad,
que excepcionalmente crecía explosivamente. Esa persona en nuestra
historia se llamó Alberto Ried Silva.
Cualesquiera que sean las creencias espirituales del
lector, o ninguna, existen hechos que parecen predestinados a que sucedan
de la forma como la historia los relata después. Frases como
estaba escrito o era el destino las han pronunciado
todos alguna vez, refiriéndose a hechos que no pudieron ser de
otra manera, sino que, tal como hoy los conocemos. Habitaba yo en 1933 una pequeña casa en la calle
San Gregorio (hoy Dublé Almeyda) muy próxima a
la avenida Exequiel Fernández en Ñuñoa y eran mis
vecinos y amigos, Domingo Morales Reveco
y Osvaldo Larraín Larrañaga. Una noche inquietante, que lo fue aquella del 24 de
abril de ese año, el fulgor de una hoguera iluminó los
contornos de mi residencia. Las llamas habían prendido violentamente
en la esquina de la Avenida José Domingo Cañas
con Exequiel Fernández y el resplandor ígneo había
puesto en estado de alarma a todos los habitantes del barrio. Un almacén de menestras, instalado en la planta
baja de un edificio de dos pisos de adobes y tabiques, incendiábase,
mientras su dueño, gravemente lesionado, yacía tendido
sobre la acera de enfrente. El fuego avanzaba con inusitada rapidez y las casas
vecinas comenzaban a ser presa de las llamas, cuando llegaron dos Compañías
de Bomberos de Santiago, las cuales se vieron obligadas a efectuar un
trabajo de defensa dificultoso, logrando a la postre, extinguir la hoguera
que había afectado parcialmente dos construcciones vecinas. Al albor de aquel otoñal amanecer, integrado
bajo el alero de mi hogar, un pensamiento pertinaz iluminó mi
cerebro, trazando en lo intangible, el aforismo que un gran escritor
francés, Ernesto Renán, había creado y que escuche
en mi subconsciencia, cuando me dijo: Que la imaginación era
la facultad que dibujaba, modelaba y daba colorido a nuestras ideas;
que era la intermediaria indispensable entre el pensamiento, el deseo
y la realización. Y entonces, Balbina, mi compañera, fue
quien escuchó de mis labios las primeras palabras de esta concepción:
Y ese día salí a la calle, iluminado por
estas ficciones; y fueron mis primeros confidentes los vecinos ya nombrados,
quienes escucharon el planeamiento de mis proyectos. De este modo, ante el deseo de una pronta realización
y antes de echar las bases de esta imaginaria entidad, fui designando
a Domingo Morales Reveco como primer Tesorero General; a Osvaldo Larraín
Larrañaga, (ex voluntario de la Quinta de Santiago) como Segundo
Comandante; a mi otro vecino, ex compañero del Liceo de Aplicación,
Carlos Prado Martínez, como Secretario General, y así,
sucesivamente a toda una plana mayor, la cual un mes más tarde,
vióse en pleno ejercicio de sus funciones. Pero no estaría nada de todo esto resuelto ni
oficializado, si así puede decirse, sin que antes consultara
yo a mi amigo Alfredo Santa María Sánchez, a la sazón
Comandante del Cuerpo de Bomberos de Santiago, para lo cual resolví
apersonarme al prestigioso y dinámico jefe, sosteniendo con él,
dos o tres días después, un diálogo que habría
de pasar, en letras caligrafiadas, al historial de nuestra naciente
institución. - ¿Y cuáles son tus ideas al respecto?
a lo cual repuse: Ante mis explicaciones, Alfredo
Santa María púsose de pie
junto a su escritorio y, estrechándome la mano replicó:
- Estas cosas se hacen en el acto; cuenta conmigo incondicionalmente,
hombre. Procede de inmediato, porque has de saber que el mayor de los
dolores de cabeza que sufro como Comandante, lo provoca justamente la
atención de los incendios que se producen en la Comuna de Ñuñoa,
verdadera cuidad satélite que no cuenta con servicio alguno contra
incendios. Y pasando de la palabra a la acción, púsose
en contacto con Enrique Pinaud,
quien conversó telefónicamente con nosotros, confirmando
la noticia de que se podía contar con una bomba automóvil
marca Thirion, montada sobre un chassis Owen-Magnetic y
la cual se hallaba en los talleres de Gustavo
Neveu (padre). Así las cosas, pocos días después
visité al Alcalde de la Comuna, don Joaquín
Santa Cruz Ossa, a quien expuse mis proyectos. Sabido es lo que ocurrió en esta entrevista,
ya que yo mismo me encargué de relatar esta escena, inscribiéndola
en un pergamino que ostenta un billete de cinco pesos y que se conserva
en el cuartel de la Primera Compañía de Ñuñoa. El escrupuloso funcionario municipal hízome algunas
preguntas que, en términos generales, se refirieron sustancialmente
a la cuestión fondos que se necesitarían para llevar a
cabo mis propósitos. Por fin, ante mis explicaciones convincentes, resolvió
autorizarme para que invitara a una reunión en su oficina, a
vecinos de la Comuna, con el objeto de echar las bases de la nueva institución.
Y el 27 de mayo de 1933 logramos
reunir a un grupo de personas que aquella tarde, extremadamente lluviosa,
firmaron el acta constitutiva de la fundación del: |